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Uveítis – Aspectos generales

La uveítis es la inflamación de la uvea, que es la capa media de las que forman el globo ocular, aunque en términos generales se considera uveitis cualquier inflamación intraocular.

¿Qué tipos de uveítis existen?

Las uveítis se clasifican en general en cuatro grandes grupos dependiendo de las estructuras anatómicas del ojo que se afectan: 1) en las uveítis anteriores, la inflamación se localiza en la cámara anterior del ojo, que es el espacio que existe entre el iris y la córnea; 2) en las uveítis intermedias la inflamación se localiza en la cavidad vítrea ocupada por el humor vítreo – líquido gelatinoso y transparente que rellena el espacio comprendido entre el cristalino y la retina-.; 3) uveítis posteriores, en ellas la inflamación afecta al segmento posterior del ojo, pudiendo afectarse la retina y/o la coroides y 4) panuveítis, todas las capas y cavidades del ojo se ven afectadas por la inflamación.

Todos estos tipos de uveítis pueden ser agudas, cuando el proceso es de inicio súbito y de duración inferior a 3 meses o crónicas, cuando el proceso empieza de forma más paulatina y su duración es superior a 3 meses. Además, algunas uveítis son recurrentes, que son aquellas que se repiten en el tiempo una o varias veces, una vez que el primer episodio se haya resuelto.

¿Cuáles son las causas principales y cómo se diagnostican?

La uveítis a menudo no es una enfermedad aislada, y puede formar parte de diferentes enfermedades que afectan al resto del organismo. En este sentido, la uveítis puede aparecer asociada a enfermedades sistémicas que están mediadas por alteraciones de nuestros mecanismos de defensa inmunitarios. A este grupo pertenecen las uveítis asociadas a enfermedades reumáticas como las espondiloartropatías, la artritis idiopática juvenil, la enfermedad de Behçet o la sarcoidosis. Otras veces, la uveítis se asocia a enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la sífilis, la toxoplasmosis o la infección por el virus del herpes. Un tercer grupo lo forman los cuadros de uveítis que están confinados al ojo y no se relacionan con problemas sistémicos. Algunos ejemplos son la ciclitis heterocrómica de Fuchs, la pars planitis o los llamados síndromes de manchas blancas que afectan a la retina y/o la coroides.  Finalmente,  existe un grupo de uveítis que se consideran idiopáticas o inclasificadas en las que no se sabe exactamente cuál es el su causa, pero que se considera que también están relacionadas con algún tipo de trastorno o desajuste en la inmunidad del paciente. En la actualidad, y a pesar de todos los avances en los métodos de diagnóstico que se han producido en los últimos tiempos, una de cada tres uveítis se considera idiopática.

La valoración de la historia clínica del paciente, las manifestaciones oculares de la uveítis, junto con algunas pruebas que pueden realizarse en la consulta así como analíticas y/o pruebas de imagen radiológica son los métodos que se emplean para tratar de llegar al diagnóstico de las uveítis. A veces,  no puede llegarse al diagnóstico exacto en el primer episodio de uveítis, y es a lo largo de la evolución cuando pueden aparecer otros síntomas que permiten realizar un diagnóstico concreto.

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