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Resumen

Objetivo: Comunicar los resultados refractivos, topográficos y aberrométricos los dos años de la realización de cross-linking corneal (CXL) en pacientes menores de 18 años con queratocono en progresión.

Métodos: Se trata de un estudio prospectivo de serie de casos, en el que se incluyeron 40 ojos de 40 pacientes menores de 18 años que recibieron CXL. Se determinó la agudeza visual sin corrección (AVSC), la agudeza visual mejor corregida (AVMC), la esfera y cilindro, la topografía, aberrometría y recuento endotelial en una visita basal preoperatoria y en diversos tiempos del postoperatorio (un mes, tres meses, seis meses, 12 meses y 24 meses)

Resultados: Se produjo al final del seguimiento una mejoría significativa de la AVSC, AVMC (p<0,05) y equivalente esférico (p=0,02), así como de la aberración total, corneal, de bajo y alto orden (p<0,05). Se objetivó un descenso significativo de la paquimetría central a los seis meses (p=0,04), que se recuperó a partir de la siguiente visita. No hubo diferencias significativas en la celularidad endotelial (p=0,32).

Conclusiones: El CXL mejoró la AVSC y AVMC en los pacientes incluidos en el estudio, posiblemente por la reducción de la asimetría corneal y de las aberraciones total y corneal.

Comentario

El artículo presenta los resultados obtenidos en 40 ojos de 40 pacientes menores de 18 años (solo tres de ellos eran mayores de 16 años, con una media de edad de 14 años) con queratocono en progresión a los que se sometió a CXL. Uno de los puntos más controvertidos en este campo hoy en día es la definición de progresión de queratocono, más si cabe en niños en los que se ha documentado que está es más rápida. Los autores eligen unos criterios basados en un artículo de 1991 (cuando no existían los modernos sistemas de análisis de hoy en día). Estos criterios se basan el estudio realizado durante los tres meses previos (un tiempo algo corto a mi parecer) y son los siguientes: cambio en esfera o cilindro en más de tres dioptrías (D), cambio de queratometría media central de más de 1,5D o reducción del grosor corneal central de al menos el 5%. Aun viniendo de un centro de referencia, seguro que a los autores no les fue fácil reclutar pacientes, pues los criterios de inclusión en cuanto a progresión se me antojan muy, muy estrictos.
La técnica quirúrgica empleada es la ya descrita y adoptada por la mayoría de autores, con técnica convencional (no AVEDRO) y desepitelización corneal con Cepillo de Amoils.
A la hora de evaluar los resultados emplearon el topógrafo-aberrómetro OPD (Nidek, Gamagori, Japon) y el sistema Scheimpflug del Pentacam (Oculus Inc, Lynnwood, Washington, USA) que emplearon para el estudio morfométrico corneal y de la cámara anterior.
Los resultados muestran mejoría significativa de casi todos los parámetros a los dos años de la cirugía, entre ellos la agudeza visual, el cilindro y esfera, la curvatura corneal, la aberración de bajo y alto orden, etc.
Se echa en falta una mayor información de la evolución de algunos de los parámetros analizados a lo largo del tiempo de seguimiento. Más si cabe cuando en aquellos parámetros en los que la información sí es proporcionada se observa una ausencia de significación, con datos prácticamente idénticos a los basales, al año de seguimiento. Así, todos los datos topográficos obtenidos no son significativos al año de seguimiento, para pasar serlo a los dos años. Se echa en falta en la discusión un comentario acerca de la “extraña” evolución de estos datos, más aún cuando los mismos autores refieren que estos resultados obtenidos en niños son similares a los ya publicados (entre otros grupos, por el suyo) en adultos. Los resultados en adultos al año de seguimiento sí que eran significativos, y no se aprecia esa tendencia a la mejoría en el periodo de tiempo comprendido entre el primer y segundo años tras la cirugía. Los estudios existentes sobre el mecanismo fisiológico que sigue al cross linking hablan de una destrucción de queratocitos en el área tratada, que se recupera a los 6-9 meses del tratamiento. No parece haber explicación a esa tendencia de los resultados que presenta este estudio, y de haberla los autores no la exponen en la discusión, que me parece algo breve y superficial.
Es interesante evaluar la Tabla 2 del artículo, que muestra la evolución de los datos obtenidos con el Pentacam. Se observa una importante disminución del grosor corneal a los tres meses del tratamiento. Esta disminución va reduciéndose hasta ser inaparente al año de la cirugía, para pasar a convertirse en un aumento importante (pero no significativo) del grosor de un 14,81% a los dos años. Los autores hablan de una recuperación del grosor corneal más rápida que en adultos, pero no explican porque existe un aumento del mismo.
También son cuestionables los resultados en el recuento endotelial, que se reduce en un 10,7% al mes de la cirugía para ir aumentando durante el seguimiento, con un recuento a los dos años prácticamente idéntico al previo.

Conclusiones

La novedad principal del artículo, que justifica su publicación en una revista de tan alto impacto, es la edad de los pacientes incluidos en el estudio. Muestra unos resultados excelentes, con mejoría significativa de casi todos los parámetros estudiados.
Pero creo que son varios los puntos débiles del artículo, y ninguno de ellos es comentado por los autores en la revisión, en la que concluyen que el CXL es un tratamiento eficaz y seguro para el tratamiento del queratocono en progresión en la edad pediátrica, con la importante repercusión que puede tener en detener la pérdida visual y en evitar cirugías futuras, como la queratoplastia. Son necesarios estudios a más largo plazo para conocer el efecto verdadero de este tratamiento sobre la progresión del queratocono. Esperemos que estos trabajos den luz a algunas de las sombras que arroja este artículo.

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