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Autores del artículo original:

Ostheimer TA, Burkholder BM, Leing TG, Butler NJ, Dunn JP, Thorne JE.

Resumen del artículo:

Objetivo: Describir la presentación clínica de la uveítis coincidente con debut de elevación e induración de la piel tatuada.

Métodos: Se trata de una serie de siete casos evaluados en un centro terciario durante un periodo de 18 meses en los que coincidió la presentación de una uveítis con una induración de la piel tatuada. Se realizó una completa exploración oftalmológica a todos los pacientes y una evaluación médica sistémica dirigida incluyendo serología y técnicas de imagen. En dos casos se realizó biopsia de la piel tatuada. El curso clínico de los pacientes y la respuesta al tratamiento durante un periodo de seguimiento de 1-20 meses fueron registrados. Las variables principales fueron el grado de inflamación intraocular, complicaciones oculares, agudeza visual, cambios clínicos en la piel tatuada y resultados de la biopsia.

Resultados: Cinco de los siete pacientes tenían uveítis anterior bilateral no granulomatosa, cuatro en forma crónica y una recurrente. Los otros dos pacientes presentaban una panuveítis bilateral crónica granulomatosa. Las biopsias realizadas en dos de los pacientes demostraban inflamación granulomatosa no caseificante rodeando la tinta de tatuaje en la dermis. Los cambios cutáneos se resolvieron en todos los casos, de forma más rápida en aquellos pacientes tratados con corticoides a altas dosis por la inflamación intraocular. Cinco pacientes presentaron más adelante recidivas de la inflamación intraocular coincidentes con recurrencia de la elevación e induración en los tatuajes.

Conclusiones: Estos casos representan un grupo de pacientes en los que el tatuaje cutáneo pudo producir una respuesta inmune que condujo a una inflamación simultánea de los ojos y la piel tatuada.

 

Comentario al artículo:

La aparición de granulomas en zonas de piel tatuadas en pacientes con uveítis ya se ha descrito previamente, pero en casos aislados o series de máximo tres casos. En algunos de ellos no había evidencia de sarcoidosis sistémica.
Los autores describen siete casos de pacientes con uveítis e induración simultánea de piel tatuada. Es reseñable destacar que en el artículo existe una contradicción en el periodo de tiempo en el que se recopilaron los casos, pues hablan de 18 meses en el abstract y 20 meses en la introducción. Tal laxitud en la revisión del paper no es la que solemos encontrar habitualmente para artículos propios, por desgracia.
Seis de los siete pacientes eran de raza negra, y cinco de los siete varones El rango de edad de los pacientes era de 20 a 42 años. En todos los casos el más reciente tatuaje se había realizado al menos seis meses antes del debut de la inflamación ocular y cutánea. Se realizaron pruebas dirigidas en todos los casos, con solo dos resultados remarcables (una elevación de la ECA y otra de lisozima). Es curioso resaltar que solo aquellos tatuajes o partes de los mismos con tinta negra se vieron afectados. En cuanto al tipo de inflamación ocular, cinco de los siete pacientes tenían uveítis anterior bilateral no granulomatosa, cuatro en forma crónica y una recurrente. Los otros dos pacientes presentaban una panuveítis bilateral crónica granulomatosa. Cinco de los pacientes presentaron complicaciones oculares, por lo que recibieron tratamiento inmunosupresor sistémico (todos prednisona oral, dos micofenolato y uno MTX) tras el que mejoró la inflamación ocular y cutánea. En dos de los casos se realizó biopsia cutánea, que evidenciaba granulomas no caseificantes compuestos de histiocitos rodeando el pigmento negro del tatuaje en la dermis. Dos pacientes presentaron linfadenopatías (axilares y submandibulares) sugestivas de sarcoidosis.
En algunos de los casos presentados en artículos previos (en 3 de 4 casos) los pacientes mejoraron de la inflamación ocular tras retirar por completo la piel afectada, aunque no esta clara la utilidad de esta medida en el control de la inflamación ocular.
Los autores también destacan que es ocasiones es compleja la diferenciación anatomopatológica de la histología en casos de granulomas sarcoideos o secundarios a una reacción por cuerpo extraño, así como algunas reacciones alérgicas, por lo que la histología realizada en dos de los pacientes no puede ser concluyente en el diagnóstico de sarcoidosis.
Teniendo en cuenta la fisiopatología de la sarcoidosis (determinados estímulos externos desencadenan una reacción inmune anómala) común a muchas enfermedades autoinmunes, los autores lanzan la hipótesis de que sería la tinta negra del tatuaje (que contiene numerosos elementos tóxicos) ese posible estímulo para el desarrollo de una respuesta inmune similar a la sarcoidosis. Creo que es muy aventurada tal hipótesis, puesto que bien pudieran ser cuadros de debut de sarcoidosis en los que coinciden tatuajes previos (los propios autores hablan de que hasta un total del 24% de las personas entre los 18 y 50 años en USA tienen tatuajes). Las características demográficas de los pacientes (edad media, varones, raza negra) propia de la sarcoidosis apoya esta otra hipótesis. Serían necesarios estudios de cohortes que evaluaran otros perfiles demográficos de pacientes tatuados para poder obtener hipótesis más solidas.

Conclusión:

Debemos conocer la existencia de cuadros simultáneos de inflamación intraocular y de la piel tatuada, añadiendo la búsqueda de alteraciones en tatuajes cutáneos (si existen) en la evaluación sistémica de pacientes con inflamación intraocular de causa desconocida.

Autor del comentario:

Pedro Arriola Villalobos.
Hospital Clínico San Carlos. Madrid.

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