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Resumen

Objetivo: Artículo de opinión sobre la situación, “en periodo de extinción” en opinión de los autores, del oftalmólogo que es al mimo tiempo clínico e investigador.

Comentario

El clínico-investigador es aquel oftalmólogo que tiene líneas de investigación en curso y al mismo tiempo mantiene el contacto con los pacientes. Su existencia corre peligro según los autores, que provienen de un lugar de tan reconocido prestigio como Harvard. Entre las causas que apuntan destacan un descenso de la investigación clínica en beneficio de la básica, el descenso drástico de la financiación desde la década de los 80 y la pérdida de prestigio e incremento del riesgo que supone dedicar una gran cantidad de tiempo a la labor investigadora. En la “torre de marfil” que supone el ambiente académico tampoco existe un adecuado traspaso de los principios científicos y teóricos a la práctica clínica. En EEUU la política del National Institutes of Health tampoco mejora la situación, insistiendo en separar drásticamente el perfil del clínico y la del investigador.

Ninguna estrategia simple es capaz de revertir esta situación, pero en su opinión una serie de actitudes pueden ayudar. Los organismos, tanto públicos como privados, incluyendo la National Institutes of Health, deberían tomar conciencia de la importancia de la investigación clínica (no solo de la básica) y dar un fuerte empuje a la investigación traslacional. Después, si se quieren poseer investigadores clínicos competentes deben ser compensados con fuentes de financiación estables, flexibilidad de horarios y tiempo suficiente para poder conseguir resultados de calidad. Desde el punto de vista educativo, ha de ser promovida una cultura investigadora, traslacional e interdisciplinaria, evitando que los departamentos universitarios se llenen por completo de perfiles exclusivamente académicos o técnicos.

Por último los autores recuerdan que es la interacción entre la clínica, la docencia y la investigación la que promueve un espíritu abierto y constructivo, tanto en el ambiente universitario como en el hospitalario.

Conclusión

Aunque el artículo se refiere al ámbito estadounidense es fácil encontrar similitudes con nuestro medio: la investigación clínica también aquí está siendo progresivamente minimizada en tiempo, medios y reconocimiento académico, siendo relegada en muchos caso a la categoría de apéndice e incluso de “afición” (palabra que también aparece en el artículo). Si la investigación clínica se vuelve residual, el edificio clínico se empobrece. Reducido exclusivamente a su labor asistencial, tanto el capital humano y el sistema se degradan, perdiendo la posibilidad de encontrar el sitio al que aspiran en el mundo desarrollado.

AUTOR:
Pedro Beneyto.

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