Resumen
Los resultados previos de la investigación sobre la asociación del uso de aspirina y la degeneración macular senil (DMS) han sido inconsistentes: si bien algunos estudios sugieren un efecto perjudicial de la aspirina en la DMS otros muestran que no hay ninguna asociación y otros un posible efecto beneficioso aunque no significativo.
Los objetivos del European Eye Study de De Jong y colaboradores, miembros del Netherlands Institute for Neuroscience y el Academic Medical Center, en Amsterdam, eran estimar la prevalencia de la DMS en Europa e investigar los posibles factores de riesgo, particularmente la exposición a la radiación solar y el uso de vitaminas antioxidantes; este análisis les ha conducido a estudiar la asociación entre el consumo de aspirina y la DMS temprana y tardía.
Se trata de un estudio poblacional transversal de casi 4700 pacientes mayores de 65 años de edad pertenecientes a 7 diferentes países europeos: Noruega, Estonia, Reino Unido, Francia, Italia, Grecia y España. Estos pacientes se estudiaban oftalmológicamente (incluido retinografías) y respondían a un auto cuestionario estructurado. Las asociaciones entre el consumo de aspirina y otros factores de confusión para la DMS se estudiaron con un análisis de regresión logística.
Los autores nos muestran que el 36,4% de los participantes padecían DMS temprana y el 3,3% de DMS tardía de los cuales unos dos tercios tenían DMS húmeda y un tercio DMS seca.
Alrededor de un 41% de participantes refería un uso mensual de aspirina, un 7% refería tomar aspirina al menos una vez semanalmente y un 17,3% refería hacerlo diariamente.
Un tercio de los individuos con DMS húmeda refería consumir aspirina diariamente comparado con sólo el 16% de los participantes control que referían no consumir. Además, el consumo más frecuente de aspirina se asociaba a grados más avanzados de DMS. Para los consumidores diarios de aspirina los odds ratios, incluso ajustados para posibles factores de confusión como la existencia de angina o enfermedad cardiovascular, aumentaban continuadamente con la severidad de la DMS medida en grados: grado 1, 1.26 (95% IC 1.08-1.46; P < .001); grado 2, 1.42 (95% IC, 1.18 – 1.70); y DMS húmeda tardía, 2.22 (95% IC, 1.61 – 3.05; P < .001).
De ésta forma se concluye que el consumo frecuente de aspirina se asocia a la DMS temprana y la DMS húmeda tardía y que el riesgo de que estos problemas aparezcan parece estar ligado a la frecuencia del consumo de aspirina.
Comentario
Los propios autores advierten no obstante de las limitaciones del estudio como es el diseño transversal basado en las repuestas de naturaleza retrospectiva de los propios pacientes en los cuestionarios: no se puede, por tanto, excluir la posibilidad de que el consumo de aspirina hubiera comenzado después del debut de la DMS y aunque el diseño del cuestionario pretendía ser muy exhaustivo, los pacientes podrían no haber referido adecuadamente sus padecimientos cardiovasculares y esto generar un error residual no conocido en la corrección de factores de confusión. Además no se recogía información de la dosis de aspirina ni se preguntaba por el uso de otros fármacos antiagregantes ni anticoagulantes.
Conclusiones
Parece entonces que la conocida y no tan inocente aspirina es un fármaco que además de poder generar problemas gastrointestinales y de sangrado, juega un papel en la aparición y desarrollo de la prevalente DMS. Este estudio aborda esta interesante cuestión pero aclarar este papel de la aspirina, fármaco tan comúnmente prescrito y consumido como analgésico y antiagregante, queda aún pendiente para la oftalmología y la medicina en general. En cualquier caso y siempre que fuera posible, habría que valorar beneficios y riesgos con nuestros pacientes.