Querido amigo,
Me pides que te cuente cómo cambió mi vida el hacer el fellowship en Moorfields. Te lo resumo en una palabra: TODO. Cambió todo, no sólo porque sin él no estaría haciendo ahora el trabajo que tanto me apasiona, en un hospital como el Moorfields, sino también porque me permitió vivir una experiencia vital inestimable.
Un fellowship no sólo te forma profesionalmente, sino personalmente. Supone un pequeño salto al vacío, te saca fuera de tu zona de confort y te hace superarte a ti mismo, como cirujano y médico, y como persona, haciéndote más adaptable y abierto a otras ideas. Te ayuda a abrirte al mundo, a la manera de trabajar de otros hospitales, y también a otras culturas. Esto no quiere decir que sea fácil. Pero nada que realmente merece la pena es fácil. Y quizá no es para todos… ¿cómo saber si es para ti?
Para empezar, te tiene que gustar viajar y conocer otras culturas. En mi caso, en cuanto pude empezar a viajar, siempre que podía me iba de viaje (¡sola!). La adrenalina de conocer otros sitios y otra gente y de correr aventuras me encantaba. Durante la carrera de medicina dedicaba mis veranos a ir a hospitales extranjeros a hacer alguna rotación extra: en Estrasburgo hice cardiología; en París, neurología. Me fui un año de Erasmus a Lausanne. Durante la residencia, hice un observership de neuro-oftalmología en Nueva York y por fin, cuando ya supe que quería hacer córnea, uno de córnea en el Wills Eye Hospital de Philadelphia.
Lo segundo que necesitas, obviamente, son idiomas (fluidos). Los colegios de médicos ni siquiera te van a colegiar si no consigues una nota alta en los exámenes de idioma del país.
Lo tercero, tienes que ser perseverante y prepararte muy bien para sacar el mejor provecho posible del fellowship. Yo quería hacer el fellowship de córnea en Moorfields, pero es tan competitivo, que me costó tres años conseguirlo. Durante ese tiempo, seguí escribiendo artículos, presentando en congresos, operando mucho, y acabé mi tesis. Una vez la tuve, pasé por fin el short-listing y conseguí llegar a la entrevista, donde por fin me dieron el puesto. No hay que obsesionarse con hacer un fellowship nada más acabar la residencia. De hecho, creo que es mejor hacer unos primeros años de mucha cirugía de catarata y, si es posible, lo que se pueda de la especialidad que te guste, y llegar con más experiencia al fellowship. Si eres poco experimentado, tu adjunto no te dejará operar tanto, pero si ya has hecho bastante cirugía, conseguirás que te dejen hacer muchas más cirugías y más complejas. Al fin y al cabo, el fellowship es solo un año o dos, y tienes que conseguir aprender lo más posible.
Cuarto, imprescindible, tienes que ser capaz de salir de tu zona de confort y tirarte al vacío.
No es fácil ir a un sitio nuevo, donde no conoces donde está nada ni quién es quién, y trabajar en un idioma en el que no estás acostumbrado a hablar. En mi caso, tardé dos meses en estar cómoda en el hospital, sobre todo haciendo guardias y discutiendo casos por teléfono. Pero, como siempre que sales de tu zona de confort, una vez superado el inicio difícil, te vuelves mucho más fuerte y seguro, y puedes disfrutar del resto del fellowship para sacar todo el jugo que te ofrece. Tienes que ser adaptable y estar abierto a otras formas de trabajar. Incluso si te has formado en un hospital muy bueno en España, con unos excelentes clínicos y cirujanos, nunca debes pensar que esa es la única manera de hacer las cosas.
Es evidente también, que tienes que liberarte de prejuicios. Especialmente en Londres, un auténtico «melting pot», vas a trabajar con gente de todas las razas, culturas y religiones. Tienes que saber entender y respetar a todos. De hecho, la riqueza de ese intercambio cultural fue una de las cosas que hizo que me enamorara de Londres.
Como te he contado antes, el fellowship no solo te puede cambiar la vida profesional, sino a veces también la personal. Yo conocí a mi pareja ese año en Londres. Después de unos meses de vuelta en Madrid, me fui a trabajar con Prof. Donald Tan y Prof. Jod Mehta a Singapore. Mi pareja estaba allí y yo tuve la inmensa oportunidad de que me aceptaran para trabajar como «clinical associate» en el Singapore National Eye Centre. Nunca me hubieran ofrecido el trabajo si no hubiera hecho el fellowship. De nuevo, la experiencia profesional fue inmejorable, y la experiencia vital inolvidable.
Por fin decidimos mudarnos de vuelta en Londres. Conseguir trabajo en Londres como adjunta no es tan fácil como conseguir un fellowship. El haber hecho el fellowship en Moorfields y el haber publicado todos esos artículos durante mis años en Madrid, más la tesis doctoral, me permitió acceder a un trabajo de segmento anterior en el Hospital St Thomas’ de Londres, donde Harold Ridley implantó la primera lente intraocular. Es un hospital muy valorado en Londres y, aunque no podía hacer mucha córnea, trabajé muy duro para el departamento. Tuve la suerte de tener unos compañeros estupendos, que me apoyaron y me aceptaron sin prejuicios. Al cabo de un año como «locum» (adjunta con contrato temporal), conseguí el trabajo indefinido. Las entrevistas para los trabajos de «consultant» en UK son duras y muy competitivas. Te tienes que presentar ante un panel de 8-10 personas, incluyendo al director médico y al Chief Operating Officer, junto con otros adjuntos y representantes del Royal College of Ophthalmologists. Preparar la entrevista no es fácil. El haber hecho el fellowship decididamente me ayudó a conseguir el trabajo.
A pesar de que St Thomas’ es uno de los mejores hospitales de UK y a pesar de que yo estaba a gusto en el departamento y empezaba a hacer un poco de córnea, echaba de menos hacer más córnea, después de haber dedicado tanto tiempo y esfuerzo a formarme. Así que, cuando un trabajo de córnea salió anunciado en el Moorfields Eye Hospital, decidí presentarme. Los adjuntos del Moorfields me conocían de cuando hice mi fellowship y sabían que era buena cirujana y clínica, y que trabajaba muy duro. Me preparé durante meses. Hay que ir a hablar con mucha gente del hospital, tuve que preparar una presentación ante el tribunal, y aprenderme leyes y normas del NHS. Muchos me preguntaban por qué lo hacía, si ya tenía mi trabajo definitivo en un buen hospital, y tenía dos niñas aún muy pequeñas en aquel momento. Sin embargo, para mí era un trabajo soñado, y no quería pensar que no había hecho todo lo posible por conseguirlo. Si no salía, no sería por no haberlo intentado.
Afortunadamente, la entrevista fue bien y me ofrecieron el puesto. Desde 2016, 6 años después de haber acabado el fellowship, por fin conseguí este trabajo que nunca soñé que pudiera conseguir. Hago lo que me gusta, y sobre todo siento que puedo ayudar a mis pacientes de manera significativa, que es lo más gratificante de todo.
Doce años después de acabar el fellowship, habiendo pasado por tres países distintos, hecho incontables mudanzas, cambiado de trabajo varias veces, con tres niñas (¡que son lo mejor que he hecho en mi vida, debo decir!), ya puedes ver que el fellowship realmente cambió mi vida para siempre. ¡Afortunadamente!
Un abrazo,
Laura